Ese pony dorado del que habla la lírica parece ser una analogía a las drogas o a la vida por el camino rápido de la gran ciudad, dígase Los Ángeles o Nueva York. Instrumentalmente es básica mas no simplona; acertada prominencia de la guitarra acústica, más una sección rítmica sólida y discreta. Destacan los teclados en el estribillo mientras la voz pasada por un eco bastante retro clama “sigue montado en ese pony dorado lo más que puedas”. Al momento de volver a los versos aparece una breve cascada de sintetizadores que rápidamente da entrada a una delicada guitarra slide que recuerda que, ante todo, estamos frente a un proyecto influenciado por el country rock de toda la vida.
Producción bien manufacturada que perfectamente evoca ese sentimiento de, quizás arrepentimiento o mejor dicho, una reflexión respecto a las consecuencias de los propios actos. Pop rock melancólico con un toque de country nostálgico. Ponte las botas vaqueras y móntate a ese pony, si te atreves.
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