Es interesante cómo el rock gringo tiene un sonido muy particular. Este es un típico rocksito tranquilón pero movido, guitarra distorsionada y voces melódicas con la exacta dosis de armonía. Lo sorprendente aquí es el uso de acordes que parecen disonantes pero la melodía ingeniosamente los hace a todos convivir correcta y sonoramente. Hay una búsqueda, una intención experimental dentro de los estándares de la canción de rock.
La grabación es adecuada y presenta un balance entre todos los elementos que únicamente da una leve preponderancia a la percusión y después a las voces. La canción está llena de ganchos, tanto instrumentales como vocales, sin mencionar la infaltable pausa a media canción y un breve puente donde destaca el bajo (¿?) antes de volver al estribillo. Muy en concordancia con la estructura clásica del pop de los últimos 50 años.
Es como si Dexter Holland de The Offspring quisiera dejar de gritar e hiciera un tema con los chicos de Fountains of Wayne. Buenaza.
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