En esta cortísima canción (¡menos de dos minutos!) la producción es limpia y deliberadamente retro, con un sonido alegre y melódico que contrasta con la letra que va de ruptura y desamor. Muchos de nosotros disfrutamos de esa cualidad agridulce que sorprende y se agradece en esta píldora de pop con toques de la Motown en cuestión armónica y vocal pero sin la “pared de sonido” del legendario Phil Spector. Aquí es donde entra el indie; en la economía y precisión de los elementos usados para dar forma al tema y por supuesto en el sutil “crunch” de la guitarra que nos recuerda que estamos en presencia de un proyecto de la era moderna que parece abrevar de la música de hace 60 años mientras nos canta melodiosamente “¡no te quiero volver a ver!”
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