Tremenda placa de esta jovencísima cantautora (¡tan solo quince años de edad!) que solo por este último factor debería ser considerada sobresaliente. Sin embargo, la composición destaca por su madurez melódica y extraordinario uso de mecanismos armónicos que recuerdan a artistas de larguísima carrera como Tori Amos o Fiona Apple, pasando por la más reciente e igualmente talentosa Adele. El tema se nos presenta con la inmediata entrada de la voz grave e intensa sobre una cama de piano pausado y sintetizadores, que pronto dan paso a un ensamble de cuerdas que brinda aún más dramatismo. Notable también resulta el amplio rango vocal que le permite a Lucille pasar de un registro a otro sin dificultad alguna, según se van sucediendo las secciones de la canción.
Esta es una
balada potente y al mismo tiempo sutil que únicamente hasta después de la
segunda mitad incorpora una discretísima sección de percusión que pronto
desaparece en pro del protagonismo de la melodía vocal.
Enorme. Se
vislumbra un futuro promisorio y longevo en la industria. Ojo aquí.
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