Basada en
una historia real, los Arcola Bridge narran a través de nostálgicos y suaves
pasajes musicales todo lo vivido por el enigmático Scotty.
Con un ritmo
pausado en la percusión y guitarras a diestra y siniestra, la pieza se desarrolla
con el desgano de un día de verano soporífero en el desierto californiano. Magnífico
recurso para acompañar una letra que se desarrolla en dicho estado
norteamericano; aquí hay de todo y para todos; guitarra rítmica rasgueada,
arpegios lánguidos y un omnipresente e-bow. Y con razón, ya que cada una de esas
guitarras es tocada por dos titanes de las seis cuerdas; desde México Carlos Bolívar
y desde Eslovenia Samo Turk.
La composición
se sostiene sobre una misma progresión armónica durante los breves poco más de
tres minutos de su duración, como un dron
de música india; permitiendo el lucimiento de los ya mencionados héroes de la
guitarra y la bien lograda lírica construida casi como una serie haikus japoneses.
Notable y sobresaliente proyecto. Muy recomendable.
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