Con una agradecible influencia de sus paisanos Rata Blanca y los británicos Iron Maiden, el combo sudamericano se hace escuchar con un tema que checa todas las casillas del hard rock y heavy metal de manera espectacular. ¡Grosos! La placa abre con un potente riff de guitarra eléctrica distorsionada sobre una base de batería y bajo sólida e intensa, con la reglamentaria dosis de teclados ambientales muy en la vena del symphonic metal. Posteriormente la voz aguda y entonada aparece en total plenitud desde las primeras frases de los versos, donde la guitarra baja de intensidad y se convierte en un arpegio limpio apoyado por pausadas notas de piano.
El estribillo melodioso y épico, aún más agudo; con excelentes voces de apoyo en un registro más grave (no tan común en este tipo de canciones) sirve de antesala al tremendo solo de guitarra, que aunque breve, brilla por su virtuosismo y congruencia armónica. ¡Capos! No conformes con lo antes mencionado, al momento de repetir el estribillo hay una modulación en la tonalidad, dando como resultado una explosión de veloz metal melódico del que Dickinson y compañía estarían orgullosos. Imperdible.
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